jueves, enero 20, 2005

Pa-ta-ta



Es triste pero la noticia sobre los malos tratos de soldados británicos a prisioneros iraquíes no sorprende mucho. No sólo por el precedente reciente de Abu Ghraib; a lo largo de la historia las guerras han sido el mejor escaparate de la brutalidad humana. Aunque seamos positivos; la humanidad ha avanzado un poco y las guerras de estos días son menos brutales que las de antes. En la II Guerra mundial esta preocupación por evitar víctimas civiles no era la misma que la de ahora: las bombas atómicas caídas en Hiroshima y Nagasaki, junto con los bombardeos incendiarios de ciudades como Dresde y Tokio así lo atestiguan. Yendo más atrás en el tiempo, vemos intentos como el de la Convención de Ginebra de humanizar el tratamiento a los prisioneros, que aunque incluso a día de hoy son vulnerados incluso por supuestos adalides de la libertad como EE UU ejercen una considerable influencia sobre los gobiernos y la opinión pública. Sé que en el caso de la guerra total todas estas cortapisas se esfuman ante la lucha por la propia supervivencia (más o menos lo que ocurre en Palestina) pero mientras la civilización no se venga abajo podemos esperar que las guerras vayan haciéndose cada vez menos salvajes.

Decía, antes de divagar, que no sorprenden los malos tratos a los iraquíes. Lo que sí sorprende es que uno de los soldados implicados sea tan estúpido como para llevar a revelar el carrete a una tienda de fotos en su ciudad natal. Fue esto lo que destapó el caso: el empleado de la tienda, al ver las fotos, acudió a la policía. Yendo un paso atrás, hay que ser realmente estúpido para hacerse fotos de uno mismo torturando a alguien. Y es muy inquietante: significa que la persona considera la escena en la que participa divertida o digna de ser recordada, y que no teme que pueda volverse contra él.

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